A través de la alimentación de los niños se consolida la primera relación con la madre o el padre. El niño busca el alimento y se encuentra con el otro.
Es un cuidado físico con grandes repercusiones psicológicas, porque es un momento privilegiado para la comunicación entre el niño y el adulto.
“El niño no solo quiere una madre que lo alimente, esto lo da por supuesto, el niño quiere sobre todo una madre que goce alimentándole, entonces su mundo se llenará de sol”. D.W. Winnicott.
Con el alimento físico el niño recibe también el mayor o menor placer del otro (madre, padre) al dárselo, la tensión o tranquilidad, si es un alimento adecuado para él, a sus gustos, necesidades en el momento y en la cantidad que necesita.
La madre o el padre que alimenta a su hijo vive, en mayor o menor grado, la responsabilidad que conlleva la supervivencia del niño.
Piensa… ¿seré capaz de mantener a mi hijo con vida?, ¿puede desarrollarse físicamente sano?
Está en juego el éxito como “madre o padre” medido en términos de vida, salud y crecimiento del niño.
1.- ¿Qué favorece la alimentación positiva y saludable de los niños?
Preparación: buscarle para comer anticipándole lo que va a pasar, instalarse ambos en una posición cómoda.
Ropa adecuada que no importa que se ensucie y tener un trapo a mano para los pequeños accidentes. Realice el inventario de lo que necesita antes de empezar. Y prepárese para un buen momento, de placer compartido con su hijo.
Continuidad durante los primeros meses procurar que sea la misma persona la que le de la comida madre o padre mejor. Los niños necesitan la rutina, vivencias semejantes para ir aprendiendo, para sentirse seguros afectivamente. Es a través de la comida que van teniendo las primeras percepciones de la vida.
Comunicación con el mientras come: procurar sentarle mirándose y establecer comunicación con el, evitar interrumpir la comida, hacer otra cosa a la vez, hablar con otra persona, ponerle la tele para que se distraiga.
Tranquilidad A menudo nos quejamos de tener hijos nerviosos, agitados, inestables, pero una experiencia en la comida, sosegada y tranquila es una buena forma de que el niño sea más tranquilo y tenga una idea positiva de su cuerpo, de sí mismo y del entorno.
Seguridad y confianza, lo importante es garantizar al niño una experiencia de calidad y que la madre o padre no se sientan solos en esta función. Es bueno recibir ayuda de otros (cuidadores, familia, cole).
Participación activa del niño implica que todo no depende de nosotros, el también tiene su parte. Cuando esté preparado dejarle tocar la cuchara, el plato. No apresurarse con estas etapas, darle las cosas y ver que hace con ellas. Ayudarle pero dejarle el mayor espacio para su iniciativa.
Respetar si el niño no tiene hambre. No forzar nunca la comida. Un niño por sí mismo puede regular la cantidad de alimento que necesita. Deja de alimentarlo cuando él te haga comprender que no quiere más.
Es una garantía para luchar con problemas posteriores de anorexia, bulimia, obesidad.
Poner límites si tiene el deseo de jugar con la comida. En la mayoría de los casos las experimentaciones peligrosas duran poco, si chapotean con la sopa, es fácil decirles: “¡No, eso no se puede hacer!”, y dejarle el vaso o el pastel y que coma trozos con las manos. Más adelante se le puede ofrecer una cuchara.
Probar nuevos alimentos, sin embargo, los gustos cambian, aquello que quería todos los días de repente ya no lo quiere, no importa, tu hijo es curioso por naturaleza y un día querrá probar determinado plato, y seguramente esto se producirá en casa de un amigo y no en la propia.
Rutina. Tener los mismos horarios. Desde la libertad de demanda de los primeros meses a la organización totalmente pautada de las comidas, hay un período bisagra en el cual paulatinamente se va a ir poco a poco estableciendo una adaptación. Prestar atención a que el niño se sienta bien y respetar sus manifestaciones personales, pero poco a poco ir introduciéndole en el principio de realidad de la organización en la que se integra.
“La seguridad afectiva y la satisfacción adecuada de sus necesidades naturales primarias, aportan al niño una seguridad, una confianza y una alegría de vivir fundamentales, que reunidas, constituirán la base de una capacidad para establecer relaciones positivas”. J.K.Stettbacher.
2.- ¿Qué se debe evitar en la alimentación de los niños?
Distraer, poner dibujos animados o utilizar cualquier dispositivo para distraer al niño mientras come, puede producir efectos negativos en la alimentación.
Culpar o acusar al niño de no comer o comer demasiado.
Asustar con que algo malo va a pasar si no come o come en exceso.
Negociar, no es necesario chantajear para que coma. Cuántas veces se utiliza este recurso: Si comes luego te compro unas chuches o te dejo ver la tele.
Obligar, hacer comer a la fuerza es negativo. Si el niño no quiere más que no coma más y no compensarlo con chucherías u otra comida
Dieta desequilibrada. Si el niño no quiere ese alimento que al menos pruebe un poco. Si hay platos que no come no pasa nada, en un futuro pueden cambiar sus gustos.
Si la comida se convierte en una batalla, después de descartar problemas físicos, puede resultar útil observar, si a la hora de comer, el niño se muestra diferente cuando está con el padre, la madre, abuelos, personal del cole, para ver los posibles factores que influyen en su conducta.
¿Cómo eran las pautas familiares en la comida cuando eras pequeño?
¿Te obligaban a comer todo? Cuéntame, estoy encantada de escucharte 😉
0 comentarios