Si no se establece un equilibrio entre el descanso y la actividad, un niño puede fatigarse en exceso, lo que a su vez será motivo de rabietas, hiperactividad, sueño irregular, enfermedades, etc. Si le proporcionamos una rutina regular estará más satisfecho, prevenimos el agotamiento físico y emocional y dormirá mejor.
1. El ritmo en la vida del niño
La vida es esencialmente rítmica en todas sus manifestaciones.
Las plantas, los animales y los seres humanos tienen unas características rítmicas en su movimiento y crecimiento, debiendo adaptarse a distintos ritmos desde el inicio de sus vidas.
La experiencia del ritmo se inicia antes del nacimiento. El crecimiento es en sí mismo un proceso rítmico. Al nacer el bebé tiene que reorganizarse, reajustarse, autorregularse, al experimentar un nuevo medio, encontrando nuevos ritmos, y en la medida de lo posible sus propios ritmos.
Algunos movimientos rítmicos del niño desde que nace son: digerir/evacuar, inspirar/expirar, ritmo cardíaco, dormir/estar despierto, actividad/descanso y estar solo/estar con otros.
Los ritmos orgánicos afectan y son afectados por la vida psíquica del niño, así la ansiedad, el estrés, la seguridad o inseguridad afectiva podrán contribuir a regular o alterar estos ritmos.
Los padres deben entender el desarrollo rítmico del niño y enseñar o mejor aún, vivir un ritmo diario sano para transmitirlo al niño.
Son importantes los ritmos regulares (aunque no rígidos) los ritos con sentido, significado, para un equilibrio natural, sin esfuerzo.
El niño debe poder vivir desde su infancia un ritmo sano que le permita fortalecer su vitalidad y resistencia inmunológica a enfermedades, esto se verá favorecido si hay una equilibrada alternancia entre los períodos de actividad física, los períodos de concentración y actividad mental y los períodos de descanso.
2. Alternancia entre sueño y vigilia
Este ciclo está regido por los ritmos circadianos, se ha comprobado que nuestro reloj biológico interno se pone en marcha cada 25 horas, y regula nuestros estados de atención, actividad y descanso.
La alternancia entre la vigilia y el sueño es uno de los biorritmos humanos, son dos estados independientes que se conectan por los períodos de transición, que son dos:
El paso de la vigilia al sueño -> Adormecimiento
El paso del sueño a la vigilia -> El despertar
Hay que cuidar especialmente estos momentos de transición, y más en los niños, de forma que podamos ayudarlos a pasar al otro estado.
Al dormir se producen cambios biológicos y psicosociales, se rompe con el mundo exterior, con las relaciones, sucede la separación de los seres queridos (mamá/papá).
Además, se generan cambios en el cuerpo, el tono muscular baja, el movimiento se rebaja notablemente, la temperatura se regula. El pulso, la respiración y las secreciones se transforman, se crean diferentes ondas cerebrales (fase Rem/Mor)
3. Función del sueño
El sueño es el remedio de la naturaleza para restaurar el orden en el sistema rítmico del cuerpo después de la tensión del día (vigilia). Produce una descarga psicosensorial, motriz y vegetativa.
Durante la noche se alternan continuamente dos tipos de sueño. Vamos a ver sus características.
El sueño profundo
El cuerpo está tranquilo, solo se da alguna sacudida o sobresalto. Los ojos sin movimiento, cerrados. La cara solo presenta alguna succión a intervalos regulares, la respiración es regular. La respuesta del organismo es mínima, solo reacciona a estímulos intensos.
El sueño ligero
Hay algún movimiento en el cuerpo, los ojos parpadean (fase Rem/Mor). En la cara podemos encontrar ojos cerrados pero puede haber sonrisa, succión, alguna inquietud. La respiración es irregular, y el organismo emite más respuesta.
Por la noche pasamos por distintas etapas del ciclo del sueño, la transición de una etapa a otra del sueño ligero al profundo describe una trayectoria en forma de ola.
A veces, al pasar de un estado a otro casi nos despertamos en un instante, pero no llegamos a hacerlo del todo, podemos llegar a estirar la manta, doblar la almohada y nos volvemos a dormir sin tener el más leve recuerdo de ese instante.
Las fases del sueño son diferentes en un bebé, en un niño, en un adulto y en un anciano.
Los bebés tienen su propio ciclo biológico, que se consolida a partir de los 9-10 meses. Sus ciclos de sueño son más cortos y frecuentes.
Además, está la razón de la supervivencia, pasa gran parte del tiempo en sueño ligero, esto hace que se despierte más fácilmente ante circunstancias adversas como: hambre, frío, humedad, incomodidad o malestar. La consolidación del sueño es un proceso biológico.
Si el bebé está acostumbrado a ciertas cosas en su período de transición para dormir ej. mecerle, chupete, etc. Y se despierta por la noche, a veces, necesita de nuevo esta regulación para volver a quedarse dormido.
Es normal que un bebé se despierte con frecuencia durante la noche, es el adulto el que necesita dormir toda la noche. Tienen ciclos biológicos distintos.
Horas de sueño:
– a los 3 meses: 15 horas (sueño nocturno 11)
– a los 2 años: 13 horas (sueño nocturno 11)
Estas cifras son promedios y no se refieren a períodos de sueño sin interrupciones.
4. La regulación del sueño en la infancia
A lo largo del crecimiento del niño los ciclos de sueño y vigilia van cambiando, alrededor de los 9-10 meses el niño ya tiene el ciclo del sueño regularizado. Esto no quiere decir que duerma toda la noche, y que no tenga otro tipo de alteraciones.
Las alteraciones del sueño pueden ser debidas a diferentes factores (de ciclo biológico, enfermedades, estados emocionales (angustias, miedos, etc.) que también varían con la edad.
La ayuda que los padres pueden ejercer para regular los períodos de sueño del niño es muy valiosa. Como hemos dicho, es importante cuidar los períodos de transición, es importante que el niño adquiera una rutina para ir a la cama, desde bien pequeño.
Rutina para ir a la cama
Ejemplo de rutina para ir a la cama: baño caliente, algunos juguetes y ratito de charla, anticipar que el baño se acaba y que pasaremos a poner la ropa; poner el pijama, bata, zapatillas; un poco de tiempo de jugar un ratito en el dormitorio, anticipar que queda poco para ir a la cama; ir a la cama con un peluche para abrazar durante el momento del cuento, un pequeño rezo o pensar en el día o en otras personas. Un beso de buenas noches.
En cada caso buscar la rutina que se adapte al ritmo de vida familiar, pero hay que tener en cuenta, que si el niño no ha visto en todo el día a los padres, normalmente este período se alargará más si no se ha tenido un rato para estar juntos, y el lo buscará.
El niño desde bien pequeño también va adquiriendo unos rituales de adormecimiento, que es conveniente conocer, para saber cuando el niño ya está pidiendo el descanso.
Rituales de adormecimiento del niño
Entre los 2 y 3 años los niños para irse a dormir pueden utilizar alguno de estos elementos para regular su paso al sueño: presencia de la madre o padre después de apagar la luz, acunamiento, succión del pulgar, acariciarse la mejilla u oreja, tener una tela (la misma siempre) o un peluche.
Sirven para regular su angustia y tranquilizarse. Estos ritos son más obsesivos o más persistentes en casos de cambios importantes en la vida del niño, conflictos familiares, enfermedades, viajes, etc.
Los padres pueden ser de gran ayuda conteniendo esta angustia o bien con su presencia o con su voz a distancia. Pero es importante que el niño sienta que el adulto está ahí si se le necesita.
Esto nos lleva a profundizar en las causas de las alteraciones del sueño de los niños que puedes leer en mi articulo >> alteraciones del sueño en la infancia y comentar como actuar ante las mismas.
¿Qué te parece este artículo? ¿Sabías de la enorme importancia que tiene el sueño y su regulación en la infancia?
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