La hora de la comida de un niño pequeño es un momento privilegiado en la relación padres e hijos y decisivo en el desarrollo de su propia autoestima.
A través de la alimentación se inicia la primera relación que el niño establece con el adulto (la madre, el padre). El niño busca el alimento y se encuentra con el otro. Es un cuidado físico con grandes repercusiones psicológicas porque es un momento privilegiado para la comunicación. Por eso es importante hacer que sea saludable y positivo en su educación global.
El niño se vive a sí mismo como un ser activo. Aceptar su sugerencias en este sentido (poder tocar la comida, no querer más) contribuye a que aprenda a escuchar su cuerpo y seguir sus necesidades. Es además una garantía para luchar con problemas posteriores de anorexia, bulimia, obesidad…
Una experiencia en la comida sosegada y tranquila es una buena forma de que el niño sea más tranquilo y tenga una idea positiva de si mismo y del entorno. Seguir los siguientes aspectos puede ayudar a ello:
Preparar el momento. Anticipar al niño que ha llegado la hora de comer, explicarle lo que sucederá, la comida que hay, etcétera. Es importante también instalarse ambos en una posición cómoda con ropa que se pueda manchar y tener un trapo a mano para los pequeños accidentes.
Calma y regularidad. Durante los primeros meses, procurar que sea la misma persona la que le de la comida, madre ó padre, preferiblemente. Los niños necesitan la continuidad, vivencias semejantes para ir aprendiendo, para sentirse seguros afectivamente.
Comunicarse. Es importante procurar sentarse en frente y hablar con él. Hay que evitar interrumpir la comida, hacer otra cosa a la vez, hablar con otra persona, ponerle la tele para que se distraiga.
QUE PARTICIPE. Es bueno que toque el biberón si quiere, mostrárselo y esperar a que abra la boca antes de dárselo, más adelante dejarle tocar la cuchara, el plato. No apresurarse con cada etapa. Ayudarle pero dejarle el mayor espacio para su iniciativa.
AUTOREGULACIÓN. No forzar nunca la comida. Un niño por si mismo puede regular la cantidad de alimento que necesita. Dejar de alimentarlo cuando él nos hace comprender que no quiere más, no compensarlo con golosinas, es mejor un zumo de frutas o zanahorias, no negociar para que coma a cambio de algo.
¿Y SI QUIERE JUGAR CON LA COMIDA? Es innato a todos los niños ese deseo de jugar con la comida. Forma parte de su exploración de los objetos y mundo que le rodea. Si quieren chapotear con la sopa se le puede decir que eso no se puede hacer, y dejarle el vaso o la fruta y que coma trozos con las manos.
¿Debe comer de todo? Es bueno incitarle a probar nuevos alimentos. Sin embargo, los gustos cambian. Por eso no debemos sorprendernos si de repente rechaza aquello que quería todos los días. No importa, el niño es curioso por naturaleza y un día, sin más, querrá probar ese plato que no comía.
LOS HORARIOS DE LAS COMIDAS. Desde la libertad de demanda de los primeros meses a la organización totalmente pautada de las comidas, hay un período bisagra en el cual se va a ir poco a poco estableciendo una adaptación.
Un buen ambiente. Si la experiencia es agradable para los padres y se sienten bien esto contribuirá a que el niño se sienta seguro y confiado. Es importante que la madre o el padre no se sientan solos, se apoyen y puedan compartir las tareas.
Artículo Publicado en la Revista Sólo Boadilla
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